El perseverante Don Quijote es también un ejemplo de liderazgo.

El mundo no avanzaría sin idealistas que empuñen esa adarga antigua que es la imaginación. El perseverante Don Quijote es también un ejemplo de liderazgo.
Un líder capaz de arremeter contra los molinos de la crisis y los malandrines que la provocaron tendría que tener, a fe de los expertos en gestión, mucho del idealismo, la nobleza y el compromiso de Alonso Quijano. El Quijote es inagotable en sus miles de maneras de leerlo. Incluso en clave de management, como modelo universal de liderazgo. Esa es su grandeza.
Hoy, la más quijotesca e idealista de nuestras huestes de escritores, Ana María Matute, que recibe el premio Cervantes, iniciará por la tarde la lectura continuada del Quijote. Las palabras “En un lugar de La Mancha...” volverán a sonar como el inicio de la historia interminable que son, y los valerosos ciudadanos anónimos volverán a narrar “sucesos dignos de felice recordación”.
--continua--


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