Si pedimos un cambio, tenemos que estar dispuestos a cambiar.

A lo largo de nuestra trayectoria laboral experimentamos cambios: cambios que a veces no esperamos o cambios que deseamos. Hagamos un paréntesis académico (Idalverto Chiavenato, Gestión del Talento Humano. 3ra. Edición) y recordemos que el proceso de cambio está compuesto por tres etapas fundamentales: 1.- La descongelación, es la fase inicial del cambio en la cual se identifican las viejas ideas y prácticas, entendiéndose la necesidad de cambiar. 2.- Cambio, es la fase en la que se aprenden y ejercitan las nuevas ideas y prácticas. 3.- La recongelación, es la fase donde definitivamente se incorpora una nueva pauta de comportamiento.

En una reconocida empresa existía un equipo de trabajo conformado por trece profesionales de excelente nivel técnico, el conjunto de sus funciones debían alcanzar metas de ejecución en diferentes proyectos. Cada uno de estos profesionales añoraba un cambio, aleatoriamente puedo mencionar algunos: 1.- Ser parte de la nómina fija de la empresa, 2.- normalizar los procesos, 3.- documentar casos especiales, 4.- ampliar las funciones para mostrar su potencial profesional, 5.- asumir nuevos retos y responsabilidades. Lo desearon tanto que se inició un proceso de cambio, ya que debido a las inconformidades del equipo las metas de los proyectos no se estaban alcanzando, sin embargo el cambio no llega por accidente es el resultado de malas prácticas, de renovación, de reconocimientos, de crecimiento organizacional, entre otras muchas razones que se pueden citar.
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