El ejercicio de la autoridad no debe pecar ni por exceso ni por defecto, sino que debe encontrar un punto medio. Un líder que falta el respeto y no guía a su equipo provoca parálisis y miedo; mientras que un jefe ninguneado lleva a anular su figura. Ambas posturas poseen consecuencias negativas para la empresa.
Dar un puñetazo en la mesa acompañado de palabras fuertes siempre que se discute un asunto o dejar que un conflicto discurra como si nada pasase sin mover un dedo, son dos posturas nada beneficiosas para la empresa y para el equipo de personas que es víctima de alguna de estas actitudes.
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