Sabemos que lograr
calidad es satisfacer las expectativas de los clientes. Suena sencillo, pero
constatamos que no es nada fácil.
Para hacerlo deberíamos
poder responder estas dos preguntas:
- ¿Cuáles son las expectativas de mis clientes?
- ¿Qué tengo que hacer para satisfacerlas?
Y no sólo saber la
respuesta sino, y antes que nada, actuar en consecuencia. Muchos
empresarios estudian, conocen las respuestas, los medios, pero en sus empresas
no se practica nada de esa “sabiduría”.
Empecemos por ocuparnos de la primera pregunta. ¿Cómo haremos para conocer las expectativas de nuestros clientes? ¿Cómo se forman esas expectativas?
Empecemos por ocuparnos de la primera pregunta. ¿Cómo haremos para conocer las expectativas de nuestros clientes? ¿Cómo se forman esas expectativas?

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