Cuando alguien trabaja en lo que no le gusta, no solo se genera estrés sino que afecta la productividad y contamina el ambiente laboral.

Es un absurdo, pero hace parte de la realidad cotidiana: miles de personas trabajan en lo que no les gusta o en actividades distintas a sus profesiones. Esta especie de esclavitud se presenta por diversas razones, que van desde la pura necesidad hasta decisiones empresariales de momento.

Es más: centenares de trabajadores se vinculan a empresas que no les atrae y que les parecen indignas para su estatus o pretensiones y, como en el caso de Judas, llegan al extremo de negarlas.
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